Marmaris es una localidad donde reina, al que yo denomino en sintonía con Erich Fromm, el Rey o la Reina del autoservicio: ciudadano que entra en un autoservicio y se siente el amo del universo por creer que tiene la aptitud de seleccionar entre los una cantidad enorme de productos que se ofertan, cuando de todos modos un óptimo número de productos diferenciados procede de un mismo desarrollador. Fumaba un cigarrillo con una huésped de un hotel 5 estrellas, le ofrecí un cenicero improvisado (vaso de plástico lleno de agua). “En este hotel todo está permitido”, apagó el cigarrillo en un tazón de café. Aquel hecho me asombró.
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En Marmaris reina lo que no es Turquía: música exagerada en los bares, oferta de chupitos de absenta o tequila, y borrachos que pasean por las aceras nocturnas en el centro. Una clase de jungla donde los turistas hacen lo que desean hacer; ellos traen el dinero. Lo positivo, según mi punto de vista, es la independencia inaudita de besarse en público o vestir (o no hacerlo) a las anchas de cada cual. En ese contexto de independencia tácita que se respira, he visto biquinis sobre piernas y vestidos muy muy rápidos, inclusive algún tanga en el recorrido marítimo.
“Be careful” (ten cuidado) pertence a las observaciones que más repetidamente he escuchado antes de que viajara a Estambul para luego dirigirme al este de Turquía, Diyarbakir. “En Turquía no es habitual que una mujer viaje sola”, me explicaba una amiga. “El hombre kurdo es muy arriesgado, be careful”, insistían constantemente. En mi cabezonería de querer viajar sola para tener una exclusiva vivencia (“las vivencias valen más que tener un trabajo”, decía mi padre) y sentirme de esta forma sin dependencia como persona y mujer, uno de los asuntos que más me ha llamado la atención fué la circunstancia de la mujer. Jamás sintió un particular interés hacia este tema, más allá del respeto de los derechos humanos, pero en este viaje he asistido a una progresión de sentir cómo la religión y la familia, la tradición y la civilización, presionan con muchísimo más ahínco a mujeres que a hombres, por lo menos esa fué mi impresión.
ESTAMBUL; LA VERÍDICA TURQUÍA SE ASOMA
Me asombró ver el vídeo de la candidatura de la región a los Juegos Olímpicos 2020 y corroborar que en toda su proyección solo difundieron solo una imagen de mujer con velo. Este suceso no se corresponde con la verdad.
En Estambul se ven turcas que no llevan velo y las que lo hacen, es exactamente en estas últimas en las que me he fijado, por la diversidad que muestran y porque me produce mucha curiosidad. En Estambul además se ven mujeres que visten el nihab pero no son turcas, salvando alguna distinción, sino turistas que surgen de países como Arabia Saudí.
Me dirigía a casa de una amiga cuando en el Túnel de Taksim vi a una chica guapísima. Llevaba velo, vestía muy cool y verdaderamente le favorecía. Me terminó raro la pomposidad del velo y cómo introducía los extremos de la prenda en una remera muy ajustada y a rallas que vestía. Observando a las mujeres que llevan velo, las he visto muy dispares entre ellas: algunas visten el que yo denomino abrigo (siempre me hago una pregunta cuántas ocasiones lo lavarán por el sudor que desprende algún sobado, más aun gracias a las capas de ropa abajo de él, imagínate a 40 grados); otras llevan camisas de gasa que dejaban entrever la piel de los brazos y he visto a muchas que llevando velo dejan entrever el cuello.
“¿Es una moda o hablamos de un avance en vestir más aireadas?”, le pregunté a una profesora de español en Estambul. Me mencionó que ella suponía que de esta forma era, aludía a la “doble moralidad” de ir tapada pero de forma simultanea insinuando con ropa muy estrecha. En Estambul además comencé a fijarme de que ellas iban totalmente tapadas, inclusive muchas llevan medias para que no se les vea el peine del pie con un zapato abierto, pero en cambio los chicos con los que iban caminaban en remera corta y pantalones cortos. “¿Por qué ellas tienen que ir de esta forma de tapadas y ellos no?”, me he preguntado frecuentemente. Desde luego, con el más alto respeto. No escribo este articulo para evaluar, sino sencillamente para expresar mis impresiones en un modelo de mujer que me impresiona.
¿Te atrae conocer cómo es el ritual del matrimonio en Turquía? ¿Qué implicaciones tiene para ellas? ¿Y para ellos?
En este ebook te explico todo el desarrollo por el que pasan las mujeres turcas antes de ofrecer el «sí quiero»: las 4 ceremonias de la tradición turca antes de llegar al altar.
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Según Carla De La Vega, fue el jefe del PKK Abdullah Öcalan quien por medio de ideas marxistas “dio una más grande emancipación y independencia a las mujeres, igualándolas en varios casos a los hombres”. En el este la circunstancia de la mujer se complica porque “la guerra, la pobreza, el aislamiento y esa cultura clausurada que subsiste argumentandose en el sistema patriarcal, en la división de clanes, tribus, es difícil una evolución o un cambio de la posición de las mujeres y de las prácticas dañinas contra ellas. Fundamentalmente de los crímenes de honor, porque una sociedad que todavía vive marginada, lejos del amparo estatal y aislada, que ha perdido todo en la guerra, lo exclusivo que le queda es el Namus, el Honor y ese sigue estando íntimamente relacionado a las mujeres y a su sexualidad”.
De vuelta en Diyarbakir, pude relacionarme con chicas adolescentes. Recuerdo a dos de ellas, que se sentían muy menospreciadas porque luego de comprometerse sus novios las habían dejado, pero no me quedó claro por qué, pienso que fue porque a las dos les gustaba quedar para tomar café y socializarse, había inconvenientes con la familia de ellos, parece ser comprometerse equivale tener a la futura suegra y nuera encima todo el día, y esos no aprobaban que estuvieran en la calle y no aguardaran en sus viviendas. Recuerdo además que mi traductora y yo suponíamos a coger un colectivo y unos hombres nos advirtieron desde la otra acera de que nos moviéramos de sitio porque dábamos la impresión de llevar a cabo la calle. Aquello me dejó pasmada.
El sexo es un enorme tabú en toda Turquía, inclusive con los adolescentes con los que me relaciono, no les gusta comentar abiertamente del tema, y se quedan muy impactados cuando yo comento con naturalidad. Pero en Diyarbakir, el tabú del sexo consigue unas magnitudes… Me aseguraron ahí que las parejas adolescentes no mantienen relaciones sexuales hasta llegar al matrimonio porque ellos las desean vírgenes y ellas tienen miedo de entrar a la cama y luego ser abandonadas, eso las deshonrarían y podrían tener inconvenientes con la familia. No entiendo yo esa bendita iniciativa de quererlas vírgenes, si es bastante superior tener vivencia en la cama. Pero, el matrimonio es un hecho que da un giro siempre alrededor de una pareja en Turquía, aunque me dio la sensación que se agudiza más todavía en Diyarbakir.
A mí me sucedió frecuentemente en Marmaris o Izmir que son localidades consideradas progresistas: me han preguntado cuándo me voy a casar (yo preocupada por difundir mi novela y vender reportajes), siempre respondo que soy bastante joven para eso y que no es una prioridad en mi vida, me preguntan entonces cuántos años tengo, respondo 27 y se ríen a carcajada limpia, como si estuviera verdaderamente loca.