La llegada a la tv argentina de una exclusiva tira día tras día de factura turca reaviva cuestiones que se señalaron tiempo atrás con el boom de Las mil y una noches, la edición actual del culebrón pensado en Estambul y exportado al planeta del diversión.
El sultán, serie producida en 2011, se apoya en la vida de Suleimán el Espectacular, el sultán que reinó en Turquía entre 1520 y 1566, y su mujer Hürrem, una de las sultanas más predominantes del Imperio Otomano. Halit Ergenç, ex Onur para los espectadores de la telenovela previo, protagoniza la serie, en el papel de un hombre muchísimo más joven que el actor. La cosa se salva a pura ilusión.
Se mencionó del valor de la serie y el despliegue de vestuario y locaciones. Más allá del presupuesto, a fácil vista, la puesta es bastante actualizada, más que nada en las caracterizaciones de los individuos, con decorados que dan un ámbito temático, moderno, distante del carácter histórico del asunto. La recreación no remite a niveles antiguos, a lo mejor por el régimen superficial de la foto, más cerca de la propaganda que de la miniserie.
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Las mujeres del palacio del sultán son bellas y refinadas. Conforman un harén acorde con el portfolio de una revista popular de hoy. Esa imagen actual choca con el trasfondo del conflicto central de El sultán.
En relación a enlaces y relaciones de poder, esa red social doblegada a los deseos del amo naturaliza desigualdades y violencias ejercidas contra las mujeres y, lo que es peor, entre ellas.
El contexto resulta miserable. Mientras el sultán hace la guerra y anexa territorios (con economía de imágenes, se lo ve estático con un mapa, comentando sobre tácticas militares), la verídica guerra sucede en su dominio doméstico.
La convención del culebrón piensa numerosos conceptos previos. A saber: que él es el exclusivo poderosísimo, que ellas son todas inferiores, débiles, comprables y vendibles. Por eso se las puede golpear y despreciar. En ese contexto, un embarazo resulta una salida capaz de la esclava que intenta sultana. Nuestro cuerpo y las consecutivas humillaciones son salvoconductos. De forma simultanea, están las otras, esas ‘ellas’ que envidian, conspiran, atacan, delatan.
El sultán muestra las relaciones sin atenuantes, como si entre el 1500 y el siglo XXI no hubiera pasado nada atrayente, reciclable en una ficción que está encorsetada en los clichés y que, para colmo, reproduce los mandatos del lado más oscuro de la civilización patriarcal.
Sigue a Halit Ergenç, la actriz Meryem Uzerli como Hürrem. El personaje femenino es anunciado como una amenaza gigantesca, una esclava ‘rebelde’, tan hermosa como maligna. El guion conduce la antipatía hacia la mujer que se traza un plan de máxima, junto al sultán y en contra del resto.
Las concubinas revolotean como moscas, bailan sonrientes y agradecen al sultán la buena suerte de tener techo, comida y alguien que les recuerda en todo momento que no valen nada.
Para sostener la vara estable donde corresponde está la madre del sultán, Ayse Hafsa (la actriz Nebahat Çehre) que teje intrigas para asegurar a su hijo, manteniéndolo satisfecho y sin perder la calma junto al rebaño de concubinas. Si hay que elaborar un brebaje abortivo, no hay inconveniente, el destino del imperio es más apreciado que algún mujer.
La novela va describiendo los sentimientos, con sensualidad moderada, siempre con la cámara encima de los pechos de la actriz. Hay intrigas complementarios, romances paralelos poco atrayentes y, generalmente, la épica de un obsoleto imperio sin la dificultad que podría volverlo, hasta por curiosidad, interesante en nuestros días. Cargar las tintas en el castigo de la mujer y la justificación absoluta de esa costumbre en nombre de la fidelidad histórica resulta, al menos, un acto de cinismo económico.
El sultán, además, se estrenó el día de la conmemoración del asesinato en masa armenio. Tan provocativo para el colectivo femenino y sus luchas, por su contenido sexista, como para la memoria del asesinato en masa fue la elección de anunciar el software el 24 de abril. Desde 2007 es la fecha en que se conmemora en Argentina (Ley 26.199), el Día de Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos, en conmemoración del asesinato en masa del pueblo armenio en manos del estado turco en 1915.
El sultán fue el emprendimiento más caro de la crónica de la tv turca, con un valor aproximado de 500 mil USD por episodio. Unicamente su preproducción tuvo un presupuesto de 4,7 millones de USD, de los cuales 2,2 millones se destinaron a escenografía y vestuarios.