Los turcos son enormes comerciantes y profesionales en el regateo de los costos, y sus bazares coloridos son imperdibles. Les brindamos una guía con los mercados más indispensables de la región.
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Las cantidades chocan. El mercado más popular de Estambul tiene 22 puertas y 3.600 tiendas en las que trabajan unas 20.000 personas, en una área cubierta de 45.000 m2. De acuerdo con la temporada del año, recibe entre 300.000 y 500.000 visitantes ¡diarios!
Pero recorrer el Enorme Bazar impacta muchísimo más. Asomarse para sacar una foto, adquirir dos recuerditos y salir airoso a los cinco minutos no son actos compatibles. Al pisar el mercado, inocentemente, se ingresa a un mundo paralelo del que va a ser complicado salir en varios sentidos. Empecemos por el literal: uno no encuentra la salida, se pierde en el laberinto, los negocios se parecen y se acaba huyendo por algún puerta (jamás por la que se entró).
Más ilusos todavía los turistas que entran con la intensión de caminar unos pocos metros para ver de qué se habla sin adquirir. Misión irrealizable. Los turcos sonríen ofreciendo té en vasos de vidrio, hablan en el idioma que sea primordial y con 4 cuestiones bosquejan el perfil psicológico del cliente. No es azaroso que el Enorme Bazar sea uno de los mercados más antiguos y enormes de todo el mundo -sus orígenes se remontan a los tiempos del sultán Mehmed II El Conquistador, en 1455- y siga dando que comentar.
Los elementos más típicos (y más caros además, pero accesibles en relación precio-calidad) son las joyas de plata y oro, las alfombras, las pachminas, los juegos de té, las lámparas, la vajilla de cerámica pintada a mano. Además hay ropa, ojos contra la envidia, narguiles, carteras, botas, zapatos bordados, especias y té. Bastante té.
Mercado de las Especias o Egipcio
Hubo un tiempo en el que Estambul marcaba el desenlace de la Ruta de la Seda y hasta ahí llegaban las especias, aromáticas y de colores vibrantes. Más allá de que en el Enorme Bazar se alcanzan especias y en este mercado, además cubierto, se tienen la posibilidad de adquirir varios de los productos de allá (resulta algo decepcionante, por esa misma razón), tiene mucha diversidad de frutos secos, dulces, flores, semillas y plantas.
Está a pocos metros de la Novedosa Mezquita -gran ícono- y justo en oposición al Cuerno de Oro, la franja marina de 7 km que atraviesa la parte europea de la región. Mientras uno se acerca gustan los olores mezclados, los colores, un bullicio envolvente. Y de nuevo, ¡a regatear!
Bazar de los Libros
Era el rincón que frecuentaba una vez por semana Orhan Pamuk, el Premio Nobel de Literatura de 2006. El Sahaflar Çarsisi, como se conoce en la localidad más importante de Turquía al Bazar de los Libros, no resulta tan interesante para los turistas porque la mayor parte de los contenidos escritos que se proponen están escritos en turco.
No obstante, como está ubicado en uno de los extremos del Enorme Bazar, en un reducido patio que comunica con la Mezquita de Beyazit, merece conocer los puestos, buscar ediciones entrometidas en algún idioma afín y ver a los libreros. Una transitada a otro ritmo.
Los mercados de Estambul (Turkish Airlines).
Mercados callejeros
Son varios, están en todos los barrios y abren al público un solo día por semana que no en todos los casos coincide con la visita del viajero. Los mercados callejeros de Estambul pertenecen a su cultura y no fueron redirigidos al turismo como el Enorme Bazar o el de las Especias. Si el visitante está con alguno, va a encontrar una aceptable ocasión para llevarse una verdadera postal de la vida diaria. A orillas del Bósforo y en el vecindario bohemio de Ortaköy, los domingos a la tarde la plaza primordial se llena de artesanos y puestos de comidas típicas al paso.
Aquí se pesca bastante, por lo cual los mercados de pescados frescos -recién salidos del mar de Mármara- se muestran con continuidad, como Besiktas, el popular de Galatasaray con sus sitios de comidas y el vecindario de Kumkapi.
El Sali Pazari de Kadiköy -en la parte asiática de la ciudad-, el mercado de pulgas llamado Bit Pazari, Yesilköy y el de Fatih pertenecen a un catálogo tan riguroso como variado.